Hablar de masonería es siempre un tema demasiado complejo. Las referencias bibliográficas sobre la masonería en España son casi inexistentes y siempre hacen referencia a los mismos autores: Pere Sánchez y Ferré y a J. Ferrer Benimelli[1], que son los estudiosos que han afrontado el tema desde una investigación totalmente científica. ¿Significa eso que se ha escrito poco sobre la masonería? Al contrario, la Masonería ha sido uno de los temas que más ha hecho (y hace) correr ríos de tinta, y sin embargo, para un estudio serio la mayor parte de muchos documentos deben ser descartados. Con que echemos una pequeña mirada hacía el pasado nos daremos cuenta de la profunda intoxicación que han sufrido siempre la masonería, respondiendo a las versiones partidistas con las que se afronta el tema. No hace falta recordar el lema Franquista[2] de la conspiración Judeo-masónica-roja porque además el tema ya viene con anterioridad, y es que podríamos recordar perfectamente los escritos de Agustin Barruel, un jesuita que afirmaba que había sido la masonería la culpable de la revolución francesa (como vemos el tema conspiranoico siempre es una constante en los escritos antimasónicos, también algunos extremistas en atribuyen a los masones la revolución de 1868, apodada la Gloriosa).
Gran culpa de esta distorsión la creó la insólita figura de Léo Taxil, un personaje que primero se relacionó con la iglesia, para luego convertirse en masón y finalmente volver a dejar la orden para criticarla abiertamente en diversos libros en los que daba testimonios de primera mano de los hechos que sucedían en las logias, en las que según él se cometían actos atroces como actos satánicos, orgías, festines de niños…Años más tarde el propio Taxil admitiría que había falsificado todas sus historias pero ya era demasiado tarde, Taxil se había labrado una fortuna millonaria y sus libros se habían vendido en el mundo entero, siendo utilizados especialmente por la iglesia para atacar la masonería.
Pero también algunos escritos masones nos pueden dar más de un dolor de cabeza, pues tratan de explicar la orden de una manera relativista en que la importancia de esta alcanza niveles tan trascendentales que sin su existencia ni siquiera habría habido. Además muchos no pasan de individualizar el movimiento afirmando que tal o cual personaje era masón[3], sin a profundizar más en la investigación.
Al igual que en el resto de países Latinos, en Catalunya la implantación de la masonería no se hizo de una manera única ni homogénea, ni tampoco con una única corriente de pensamiento. Sí ya es difícil realizar cualquier generalización sobre un estamento o una sociedad cuando se realiza una investigación histórica, aún lo es más cuando se investiga la masonería en Catalunya. Además la multitud de logias que florecieron en determinadas épocas de bonanza (como después de la revolución de 1868) también se contradice con peores etapas, otras tantas durante períodos de crisis para la masonería, como lo fue la guerra de las colonias (justo después de 1898 muchas logias se cierran, así como después de la semana trágica o durante la dictadura de Primo de Rivera). Encontramos además, que en Catalunya la unión de las logias en una misma obediencia no existe, sino que se dividen en grandes bloques, como el Gran oriente Español (presidido durante largos años por el insigne Morayta), El gran Lusitano Unido y la Gran logia catalano-Balerar (aunque con muchas variantes, durante un período de tiempo incluso el Gran Oriente Español y la Logia catalanobalear llegan a unirse). Seguramente es fácil entender el porqué de estas divisiones y es que la masonería en España no estaba admitida oficialmente por las obediencias extranjeras más importantes. Por eso muchas logias deciden aproximarse a la del Gran Oriente Lusitano Unido, precisamente porque la masonería portuguesa si estaba dentro de la oficialidad internacional.
Es cierto que es difícil generalizar, pero a grandes rasgos podemos asociar en Catalunya el movimiento masónico con el librepensamiento[4]. Los postulados de la orden se alinean con muchos principios progresistas de la época y se propone un modelo de estado en el que la religión no tenga ninguna fuerza en la educación ni en el estado público. Se simpatiza incluso con la causa anarquista, porque comparte con esta mucha de su ideología (Anselmo Lorenzo, insigne masón y anarquista confeso que dedicó gran parte de su vida a instruir a los obreros analfabetos y a impulsar la creación de escuelas laicas). Desde la masonería se defiende la participación activa de la mujer en la sociedad (rompiendo con el fundamento masónico constituido en el 1723 por James Anderson, en el que propone que en la Logia no pueda entrar ninguna mujer), y Ángeles López de Ayala fue una fervorosa defensora del papel reivindicativo de la mujer en la sociedad moderna. Ayala, además de estar afiliada a la Francmasonería, realizó largos mítines durante toda su vida, defendiendo el papel de la mujer. Como Ayala también encontramos figuras como las de Zwoser, otra mujer que se negaba a aceptar las condiciones machistas de su sociedad.
Aún así las contradicciones se siguieron gestando. Sin duda alguna los masones trataron de defender la causa obrera, pero entrar en la logia no era gratuito y un obrero cualquiera del momento difícilmente podía permitirse este gasto[5], así como el ascenso de grados en la orden, que también suponía un gasto mayor. No es descabellado decir que la clase media burguesa era la que participa activamente en la mayoría de Logias catalanas. Por otra parte, la mujer no era aceptada en muchas logias, y se veía recluida a lo que se conoce como Logias de adopción, donde sólo podían participar mujeres.
En Catalunya la masonería se articula especialmente con la base de acabar con el movimiento clerical, defendiendo un estado totalmente laico. Sin esta lucha contra el movimiento católico no podríamos entender cuáles son las motivaciones del movimiento masón en Catalunya. El odio que desprende el mundo católico hacía el orden masónico es reciproco y mutuo. Se proponen soluciones como escuelas laicas donde el movimiento religioso no pueda ejercer su influencia, así como cementerios laicos (la iglesia en aquel momento podía decidir si tu cuerpo era enterrado o no en el cementerio). Los escritos para acabar contra el mundo católico son constantes. En especial el grupo de los jesuitas es el que peor sale parado y los masones llegan a decir de ellos lo mismo por lo que se les había acusado a los propios masones, que ellos son la verdadera mano que se oculta detrás del gobierno.
La misma simbología utilizada por la masonería catalana es sintomática del progresismo del que tomaban parte la gran mayoría de miembros. La aceptación del rito francés moderno y la gran influencia que ofreció este estado (donde aquí sí podemos decir que la masonería tuvo una influencia en el sistema mucho más precisa) se comprueban en los lemas de muchas de las logias que prácticamente se copia el Libertad, Igualdad y Fraternidad de la resolución francesa. Por otra parte, los nombres simbólicos de los miembros son también bastante significativos: Giordano Bruno (con este sobrenombre se inscribe además Alejandro Lerroux), Salmerón (el presidente de la primera república), Marx, Lincoln, Pablo Iglesias, Prim…Incluso algún masón, como Rossend Arús, propone eliminar cualquier referencia al gran arquitecto del universo[6], por considerar que puede relacionarse con Dios y a la masonería con una asociación de carácter religioso.
[1] Para una bibliografía básica de los autores:
SÁNCHEZ I Ferré, Pere, La maçoneria a Catalunya, Ed. Universitat de Barcelona, Barcelona 1988
BENIMELLI Ferrer, José A, La masonería Española contemporánea, Ed. Madrid siglo XXI, Madrid 1980
[2] El propio dictador firmaba escritos antimasónicos con el pseudónimo de Jakin Boor, y también realizó el guión de la película raza, una obra absolutamente enaltecedora del régimen, en la que la masonería aparece como la culpable de las pérdidas de las colonias de Cuba y Filipinas.
[3] Sánchez i Ferré nos advierte magníficamente sobre este tema en su tesis, La logia Lealtad, un ejemplo de masonería Catalana: 1836-1939, cuando nos introduce personajes que pese a ser masones, como Llúis Companys o Alejandro Lerroux, no participaron en ninguno de los actos ni asistieron con asiduidad a las logias (un acto indispensable para ser considerado masón)
[4] Como podemos ver en la fotografía escogida, donde observamos a Anselmo Lorenzo conversar con Ferrer i Guàrdia, uno de los mayores impulsores de una educación libre y que fue fusilado injustamente después de los hechos de la semana trágica.
[5] En el libro de Masonería en Catalunya de Sánchez i Ferré podemos encontrar las cuentas bien detalladas que nos dan un ejemplo claro de la situación económica de un obrero medio en la Barcelona del 1900.
[6] Para cualquier referencia sobre la simbología masónica y su rito los diversos libros de René Guénon resultan indispensables.
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