Cesar Alcalá. La historia se convierte en una serie de casualidades que cambian el futuro de las cosas. Se cuenta que por culpa de un clavo se perdió una batalla. Si bien hasta el momento presente se han escrito muchas cosas con referencia directa o indirecta a la guerra civil en Cataluña, los historiadores que lo han hecho han explicado parte de la verdad. La otra ha quedado oculta. ¿Por qué ha sucedido esto? El gobierno de la Generalitat de Cataluña destruyó toda la documentación que los vinculara con los anarquistas de la CNT y la FAI. Es por ello que algunos historiadores han llegado a afirmar que toda la guerra civil, al menos en Cataluña, ya estaba contada, que no se podía añadir nada nuevo. Se equivocaban en su apreciación. Quedaba por escribir lo que realmente pasó.
Una parte muy importante de la verdadera historia de la guerra civil en Cataluña todavía no había sido explicada. Y es por eso que uno se hace preguntas. Es como un puzle. Conocemos la fotografía y tenemos parte de las piezas. Las principales las tenemos colocadas, pero hay otras que nunca han encajado, por lo que nuestra visión de la fotografía es borrosa. Uno, al leerla o investigarla, se hace preguntas que, hasta hoy, han quedado sin respuesta. Preguntas claves que oscurecen una parte muy importante de nuestro pasado. Preguntas como: ¿qué papel tuvo la masonería durante la guerra civil? ¿cuántas logias, triángulos o asociaciones había en Cataluña? ¿qué unía a los anarquistas con los masones? ¿quién era masón en 1936? ¿existe un listado de masones? ¿las patrullas de control tuvieron conocimiento de quién era masón? ¿fue incontrolada la persecución? ¿hubo intocables que no fueron perseguidos? ¿qué relación hay entre los anarquistas y ERC? Todas estas preguntas sólo abarcan un período de la guerra civil en Cataluña. Ahora bien, son fundamental para conocer su evolución.
La vinculación de la masonería española con las organizaciones carboneras, extremistas, anarquistas o de pistoleros, ha sido una constante durante dos siglos. En 1909 tuvieron lugar los sangrientos sucesos que se conocen como Semana Trágica de Barcelona, protagonizados por los elementos anarquistas y inducidos por la masonería. La Semana Trágica de Barcelona no tuvo ningún atisbo de social, como se quiso presentar, y sí de raíz política por las manifestaciones, tanto religiosas como ácratas que se sucedieron con cortes de comunicaciones, voladuras de puentes, quema de iglesias, ataque y asesinato de religiosos y agentes de la autoridad. Se destruyeron cuarenta iglesias y conventos, pero ninguna fábrica ni establecimiento privado o público. La masonería, en 1909, había acordado realizar una activa campaña anticlerical en España y lo consiguió.
El líder de los grupos anarquistas, Anselmo de Lorenzo, grado 18 de la masonería, fue uno de los fundadores de la sección española de la Primera Internacional. Nombrado albacea testamentario de Ferrer Guardia, fundó en España una entidad sindical susceptible de ser controlada por el anarquismo, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo).
Las puertas al comunismo libertario fueron abiertas en España por la masonería. El complot fue urdido en los conciliábulos internacionales. Si el comunismo dio la cara, la masonería la protegía y secundaba en sus criminales iniciativas.
La Revolución de Octubre de 1934, en Asturias y Cataluña, fue preparada por la masonería, habiendo repartido las logias armas a los marxistas y sindicalistas. Cuando fue detenido el cabecilla de la revuelta, González Peña, la masonería inició una campaña a su favor y lanzó la consigna que había que salvarlo. El masón Pérez Farrás, cuando fue detenido, aseguró: «mis hermanos me sacarán».
La República fue acogida con alegría por la masonería española. En 1931 el número total de logias del Gran Oriente Español ascendía a 167. La masonería española estaba formada por alrededor de 5.000 miembros. Por lo que a la política se refiere pertenecía a la masonería: 17 ministros, 5 subsecretarios, 15 directores generales, 183 diputados, 5 embajadores, 9 generales de división y 12 generales de brigada. En total 246 altos cargos de la política y del ejército eran miembros de la masonería.
Eran masones los que con todo detalle pusieron al corriente de Caseres Quiroga, presidente del gobierno y ministro de la guerra, sobre el complot militar que traman los generales Sanjurjo, Goded, Franco, Queipo de Llano, en confabulación con Portugal y base de la revuelta de las tropas de Marruecos y Marina de Guerra en los meses antes de estallar la guerra civil. Gracias a la previsión de los masones, una gran parte de los mandos de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto estaban en manos de verdaderos republicanos al estallar la guerra civil. Masones eran los que consiguieron que la mayor parte de la Marina de Guerra se pusiera de parte del pueblo, desarmando a los jefes y facciosos. Masones eran gran parte de los jefes y oficiales de la Guardia de Asalto fusilados por los nacionales en los puestos ocupados por estos. Masones eran muchos de los jefes y soldados que lucharon a favor de la República. Masones eran también la mayoría de los que en la prensa, en la tribuna o ante el micrófono mantenían la causa republicana. Masones eran los que en el extranjero luchaban para hacer rectificar el acuerdo de neutralidad de sentido único y los que contrarrestaban el espionaje y la acción internacional fascista que se desarrollaba en España.
Teniendo en cuenta esto, ¿qué método utilizaron para salvar a aquellos que eran sus partidarios? Este es el punto clave de la cuestión. Las patrullas de control no tenían porque conocer a todos los ilustres personajes que, por una razón u otra, merecían salvar la vida. Y cuando hablamos de ilustres personajes no sólo nos referimos a los anarcosindicalistas y los miembros de la Generalidad de Cataluña. También estaban los compañeros de logia. Este es otro punto clave silenciado. La masonería, que tanto poder ejerció durante la II República, no podía tocarse. Ellos habían ayudado a los anarcosindicalistas. Su poder era gracias a ella y, por tanto, eran intocables.
¿Qué hicieron? Confeccionaron un listado con el nombre de todos los miembros de las logias. Esta lista se convirtió, por decirlo así, en un salvoconducto para salvar la vida ante la implacable persecución que llevaron a cabo las patrullas de control. El listado original fue confeccionado por el servicio de inteligencia anarcosindicalista y se explica su origen para que las patrullas de control supieran qué personas eran intocables. Estas personas tenían derecho a seguir con vida. Los que no estaban en ella podían ser perseguidos y asesinados. Estar en el listado presuponía no sólo salvar la vida, sino no sufrir registros y quedar al margen de la persecución implacable de las patrullas de control. A estos nombres habría que incluir a los familiares más directos. Esto es, mujer e hijos. Ellos, aunque no salieran en el listado, también eran intocables. No así los hermanos de los masones incluidos en el listado.
En el listado original se incluían 2.049 nombres. La elaboración del mismo no fue muy metódica. Como mínimo se refundieron 4 listados. El motivo es claro. La persona o personas que lo confeccionaron los copiaron literalmente. De ahí el desorden y las repeticiones. No fue transcrita alfabéticamente, sino tal y como les fueron llegando. Una vez transcrito y ordenado alfabéticamente la cifra se reduce a 1.824 nombres. Con lo cual hay un 9% de repeticiones. Así las cosas el número de intocables es interesante. Si tenemos en cuenta que la población barcelonesa, en 1936, ascendía a 1.062.157 personas y si triplicamos la cifra del listado -suponiendo que cada uno de ellos tuviera mujer y un hijo- nos da como resultado que un 0,5% de la población barcelonesa era intocable. A este porcentaje habría que añadir los políticos pertenecientes al PSUC, ERC, PC, CNT-FAI, y UR, los miembros de las patrullas de control, esto es, 700 nombres más, y aquellas personas afines a la República. Hemos dicho que no estar en este listado presuponía perder la vida. Ahora bien, los más conocidos no tenían porque estar en ella. Entonces, teniendo en cuenta lo dicho, debemos suponer que el listado se confeccionó para salvaguarda a unas personas especiales, ¿cuáles? De entre las personas que aparecen en el listado destacamos a:
José del Álamo i Troya; Lluis Aymamí i Baudina; Josep Aymamí i Serra; , Enrique María Álvarez i Samper; José Bardiza i Sanz; José María Benavent i Cariacedo; José Berenguer i Cros; Martí Barrera i Maresta; Francesc Bergós i Ribalta; Pedro Bruzo i Valdés; Felip Cabañas i Ventura; Josep Cabré i Claramunt; Manuel Cancedo i Sáez; Enric Canturri i Ramonet; Lluis Capdevila; Leopold Cardona i Carreras; Orestes Casagrande i Cappellaci; Joan Casanovas i Maristany; Rossend Castells i Vallespí; Ramón Chorro i Llopis; Agustí Centelles i Ossó; Lluís Companys i Jover; Manuel Companys i Jover; Joan Cornudella i Barberà; Enric Darnell i Martín; Josep Dencàs i Puigdollers; José María Escassi i Cebada; Emilio Escobar i Udaondo; Antoni García i Banús; Francesc García i Oliver; Carles Gerhard i Ottanwaelder; Rafael González i Martínez; Vicente Guarner i Vivancos; José Guarner i Vivancos; Juan Gutiérrez i Gili; Julio Huici i Miranda; Emiliano Iglesias i Ambrosio; Antoni Jiménez i Jiménez; Francisco Laguna i Serrano; Juan Lamoneda i Fernández; Ignacio López i Molina; Eduardo López Ochoa i Portuondo; Francisco Madrid; Manuel Mallen i Garzón; Carles Martí i Feced; Pedro Martín i Puente; Vicente Martín i Quirós; Fernando Meca i Sánchez; Arturo Mena i Roig; Jaume Miravitlles; August Miret i Baldé; Marín Montagut i Batllé; Antoni Montaner i Castany; Dofí Mule i Balaguer; Bartomeu Muntaner i Cirici; Josep Navarrès i Costabella; Amadeu Oller i Navarrès; Miguel Palacios i Martínez; Simón Pérez i Aguirre; Bienvenido Pérez i Rojo; Sebastián Pozas i Perea; Eduardo Anaya i Mena; Pere Pruna i Ocerans; Joan Lluis Pujol i Font; Valerià Rico i Soblesero; Alfons Rocabruna i Dalmau; Ferran Rossell i Jané; Mateu Ruiz i Porlan; Enrique Sacanell i Lázaro; Emili Sagí i Liñan; Joaquín Sánchez i Cordobés; Joan Sentis i Nogués; Josep Serra Crespo; Marià Serra Crespo; Ramón de Solà i Malagarriga; Brauli Solsona i Ronda; Gonzalo Suárez i Navarro; Félix Templado i Martínez; Josep Tomàs i Piera; Evelio Torrent; Joan Torres i Picart; Josep Antoni Trabal i Sans; Juan Valdés i Martel; Mario Verdaguer i Travesí; Fermí Vergés i Vergés.
Al respecto del listado podemos extraer las siguientes conclusiones:
1.- El listado nos ratifica algo. A partir de la década de los veinte del siglo pasado se incrementó el número de logias. Gracias a ello empezaron a formar parte de estas el sector terciario. Si revisamos las profesiones de las 1.824 personas incluidas en el listado nos damos cuenta que un 80% de ellos pertenecían a este sector. Con lo que la implantación de la masonería en este sector era muy importante y se puede afirmar que dominaba los sectores claves de la economía catalana.
2.- Podemos afirmar que los asesinatos en la retaguardia catalana no fueron cometidos por incontrolados. Se siguió un plan minuciosamente elaborado meses antes de julio de 1936. Todo estaba controlado. Nada se dejó al azar. La intención era establecer en Cataluña un estado anarcosindicalista. La evolución de los acontecimientos hizo que no se pudieran cumplir estas expectativas. Se han dado pruebas de la veracidad de estos hechos. Por lo que, a partir de ahora será muy difícil mantener la tesis de que un grupo de incontrolados mataron a más de ocho mil personas en toda Cataluña.
Resumen del libro: La llista maçònica. Indultats pels anarquistes durant la guerra civil de César Alcalá, publicado por Editorial Base.
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